Quebec es quizá la ciudad con más historia e historias de Canadá, una hermosa ciudad amurallada en lo alto de una colina.
Lo peor, los turistas, lleno de turistas como nosotros.
En la foto podéis ver la ciudad alta. El edificio que destaca es el que posiblemente sea el hotel más fotografiado del mundo "Chateau Frontenac", donde se decidió el desembarco del Día D, estando alrededor de una de sus mesas Churchill, Roosevelt y Mackenzie King; cuentan las malas lenguas que la estrategia se dibujó en servilletas que olvidaron encima de la mesa, años más tarde las devolvió uno de los camareros.
Esta ciudad que resulta ser todo un polo turístico, tiene una de las calles más estrecha de norteamérica, que tampoco es mucho decir porque aquí las calles suelen ser muy muy muy anchas.
Los quebequois aún conservan, como uno más de sus parques, el campo de batalla donde combatieron ingleses y franceses, esta ciudad es muy francófila pero toca decirlo, esa batalla, la ganaron los ingleses...una vez más.
Una vez más hicimos nuestra ya clásica visita al mercado, donde nos aprovisionamos de víveres para los siguientes tres días de naturaleza sin supermercados y ya de paso nos devoramos una especie de quiche-pizza pa chuparse los dedos.
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